Publicado el Deja un comentario

Packaging de Troya

Prada Shoes in a blister and tape

¿En qué momento empezamos a darle más importancia al envase que al contenido? Es decir, ¿cuándo nos supero el packaging?

Ni idea. Si me pongo a pensar, creo que fue más o menos en la antigua Grecia, con su famoso caballo de Troya. Sí, sé que está muy manido. Seguro que hay ejemplos anteriores que desconozco. Si me voy un poquito antes, en Egipto, ya tenían envases chulos. Sin embargo, los reservaban para las cosas preferidas de los faraones, dioses en la tierra. ¡Cuidado! Un buen contenido.

El caso es que en Troya se dejaron seducir por el envase. La cosa no salió bien. Es un flagrante ejemplo de la manipulación que puede conseguirse con un envase. Ojo, no influencia. Pero me estoy desviando. Puede que esto fuera el comienzo del planteamiento de los envasadores, pero desde hace unos años, digamos 20 por poner un número, todo se envasa.

Es inquietante que nos envasen la piña o la zanahoria, que ya tienen su propia protección orgánica y funcional. Lo quitamos para darle otro más «pon aquí lo que quieras» y nos quedamos tan pichis. Así que el primer aprendizaje es que tal y como lo hace la naturaleza no nos va bien. Es incómodo, antiestético y, lo que es peor, no ofrece confianza. Un tomate arrugado o un calabacín curvo presagian algo malo.

Y no es lo único. Políticos que influyen a través de la mentira, sabiendo que su imagen lo soportará. Influencers adictos. Audiencias exhaustas de información buscando culpables. Cuanto más simple más nos lo tragamos.

Cómo hemos llegado a estas conclusiones se lo dejo al branding y sus medios de difusión. No quiero distraerme del hilo principal. El defecto, lejos de dignificar, es la señal definitiva de que algo en el interior está mal. Dicho de otra forma: lo que nos hace únicos nos penaliza. Pensamos que cualquier signo anuncia enfermedad. Como fotógrafo publicitario, para mí sería sencillo traer aquí cosas sobre estética, la imagen vale más que mil palabras, etc., pero sigo.

El caso es que, para defendernos del peligro y crear confianza, nada mejor que un buen envase. Tanto es así que nos pasa con todo: packaging o envasamiento, si es que esta palabra existe. Lo vemos en la comida, higiene, agua, etc. Podríamos dejarlo ahí, pero estamos entrando en la obsesión por nuestro propio envase: el cuerpo.

La cosa comenzó con unos adornos hace mucho tiempo, muestra de pertenencia y después de exclusividad. Y después de años de evolución, hemos llegado a lo que, en mi opinión, ha aparecido en estos últimos tiempos, los cuerpos virtuales. La cirugía prometió cuerpos bonitos y ahora promete hacer que nuestro cuerpo real sea como el virtual para evitar decepciones. Se está estableciendo, gracias a nuestra imagen digital cargada de filtros y fantasías, que el mundo real es poco interesante. Sería mejor relacionarnos a través de entes digitales más estilizados y cercanos a la imagen que nos gustaría tener, en vez de la que realmente tenemos. La pesadilla de los gimnasios. Hasta que eso sea cotidiano modificaremos culos, cinturas o pieles al modo Valencia, por citar un clásico.

El caso es que ahora cada uno de nosotros puede ser un troyano. El caballo, animal sagrado, es nuestro cuerpo, que se resistía a la manipulación. Ofrecemos una imagen oportuna que esconde quién realmente somos. Millones de caballos de Troya con una exposición excesiva, dispuestos a invadir cualquier espacio. Abrumador.

Pero hay buenas noticias: esto puede cambiar. Si hay algo cierto en la vida es el cambio. Y si la evolución se basa en la conservación del individuo, después de la especie y ahora del gen, el futuro no puede ser la conservación del avatar, más armonioso, inmortal e higiénico sino de la única protesta que merece la pena: la autenticidad.

Publicado el Deja un comentario

William Klein. Arte y presente

Cuando hablamos del trabajo de un fotógrafo como William Klein, o un artista si se quiere, suelo encontrar siempre el mismo formato. Un estudio sobre ellos, bien informado o no, a veces sesudo. Suelen incluir fechas y datos. Contexto. Estos artículos son muy necesarios si están bien hechos. Esto es algo que no quiero ni pretendo. Por eso, esto es claramente un artículo de opinión. Trato de mostrar en qué es para mi relevante la obra de artistas que me influyen, no siempre fotógrafos, y que me inspiran. Creo firmemente en el poder transformador de la fotografía, también la comercial, y este me parece un ejemplo fantástico. Los fotógrafos inspiramos con nuestra obra y eso cambia la realidad a nuestro alcance. Intento aumentar este alcance.

William Klein es uno de mis fotógrafos de cabecera. Viendo mis imágenes no lo parecería, pues si bien nunca intento copiar, si debería vislumbrarse algo de el en mi trabajo. Pero no es así. La aportación que William Klein ha hecho a la fotografía no es sólo una innovadora forma de ver el mundo, sino saber encontrar la forma de mostrarla. No me refiero a algo personal, que todos los grandes tienen, me refiero a realmente una percepción de la realidad particular y de como ingeniárselas para transmitirlo con un claro compromiso con el mensaje. En un momento de recesión supo encontrar un proposito a sus inquietudes e ir en contra de lo que se podía esperar de un documentalista, y le salió bien.

En la situación actual, donde con frecuencia hablamos de la nueva normalidad, reinventarnos o un nuevo comienzo puede que William Klein nos pudiera dar algunas pistas. Su familia vivió la gran recesión lo que les obligo a vivir en un barrio obrero blanco junto a un gueto negro. A pesar de la proximidad geográfica la vida era muy distinta en cada uno de ellos y la segregación racial aún era normal. Esta diferencia dio a William un propósito, retratar una realidad cruel. Encontró un lenguaje fotográfico con el que mostrar la identidad con imágenes movidas y la idea de la perspectiva umbilical. Fue capaz de capturar el riesgo de la calle, la desesperanza y la crudeza de una sociedad con individuos rotos.

Tras la guerra decidió recomenzar en Paris. Aquí descubrió el polo opuesto, la belleza y el glamour. Gracias a su desarrollo técnico y artístico influenciado por el cubismo,  desarrolla otro lenguaje muy técnico donde incorpora nuevos elementos como la sensación de urbanidad o los reflejos y jugar con el espacio y las dimensiones. Parece como si fuera el mago de la reinvención tras una gran crisis, financiera o bélica.

En mi opinión, alguien capaz de irse a los extremos y aportar tanto en los dos capta mi atención. Creo que sólo con un alto grado de compromisos puedes hacer algo así. Admiro su estilo elegante y descarnado a voluntad. Cuando veo sus imágenes no puedo evitar sentir que el presente es lo que importa.

No quiero dejarte una selección de su obra, creo que siempre es mejor ir a la fuente que a las interpretaciones.  Para empezar a comprender la implicación de su obra en la historia de la fotografía, puedes conocer más sobre el en este video y en su web

ENGLISH VERSION

When we talk about the work of a photographer like William Klein, or an artist if you like, I usually always find the same format. A study of them, well-informed or not, is sometimes thoughtful. They usually include dates and data. Context. These items are very necessary if they are well made. This is something that I neither want nor intend. So this is clearly an opinion piece. I try to show how the work of artists who influence me, not always photographers, and who inspire me is relevant to me. I firmly believe in the transformative power of photography, including commercial photography, and this seems like a fantastic example to me. We photographers inspire with our work and that changes the reality within our reach. I try to increase this reach.

William Klein is one of my top photographers. Looking at my images it would not seem so, because although I never try to copy, if something of him should be glimpsed in my work. But it’s not like that. The contribution that William Klein has made to photography is not only an innovative way of seeing the world, but also knowing how to find a way to show it. I am not referring to something personal, which all the greats have, I am referring to really a perception of the particular reality and how to manage to transmit it with a clear commitment to the message. In a moment of recession he knew how to find a purpose for his concerns and go against what could be expected of a documentary maker, and it turned out well.

In the current situation, where we often talk about the new normal, reinventing ourselves or a new beginning, maybe William Klein could give us some clues. His family lived through the great recession, which forced them to live in a white working-class neighborhood next to a black ghetto. Despite the geographical proximity, life was very different in each of them and racial segregation was still normal. This difference gave William a purpose, to portray a cruel reality. He found a photographic language with which to show identity with moving images and the idea of umbilical perspective. He was able to capture the risk of the street, the hopelessness and the rawness of a society with broken individuals.

After the war he decided to start over in Paris. Here he discovered the opposite pole, beauty and glamor. Thanks to his technical and artistic development influenced by cubism, he develops another very technical language where he incorporates new elements such as the sensation of urbanity or reflections and playing with space and dimensions. He seems as if he is the magician of reinvention after a great crisis, financial or war.

In my opinion, someone capable of going to extremes and contributing so much to both captures my attention. I believe that only with a high degree of commitment can you do something like this. I admire the sleek and gritty style at will of him. When I see the images of him I can’t help but feel that the present is what matters.

I don’t want to leave you a selection of his work, I think it is always better to go to the source than to the interpretations. To begin to understand the implication of his work in the history of photography, you can learn more about him in this video and on his website.

Publicado el Deja un comentario

La inteligencia artificial generativa, el amigo que no querrás tener.

Retrato de mujer con inteligencia artificial

El otro día me entrevistaron en televisión. Me preguntaron sobre como fotografíaba personas. Querían que hablara de que hace que una personas ofrezca su mejor versión en una sesión de fotos. Entre todas las preguntas me hicieron la que esta de moda ¿Cómo la inteligencia artificial puede ayudar a la fotografía? En mi experiencia «limpiando el estudio cuando terminas el trabajo».

Quiero pensar que como todas las cosas que se ponen de moda esta pasará. Pero temo que no. Ya deberíamos saber que parar la tecnología es muy difícil. Desde el punto de vista publicitario, por ejemplo, no tengo ninguna duda de que los fotógrafos seremos rápidamente sustituidos. Si los resultados que la inteligencia artificial nos ofrece nos parecen suficientes ¿qué sentido tiene pedir más? No es nada nuevo, llevamos años bajo el influjo de la inteligencia artificial y su capacidad para manipular nuestra percepción hasta niveles de homogeneización no vistos antes. De hecho, si nos paramos a pensar la fotografía, su mero nacimiento ha sido gracias a la tecnología.

No será necesario un autor. Simplemente la increíble capacidad de procesamiento de la máquina, la interconexión con nuestros datos necesariamente regalados y la copia de lo existente será la base de las nuevas imágenes y de otras cosas menos frívolas. En ellas, será la máquina la que tome las decisiones y no será necesario más que un técnico, quizá humano, que la supervise y algo de electricidad. En poco tiempo podrán darnos de comer lo que quieran y no habrá una opción B. Los autores volverán a la vida del renacimiento. Sólo los mejores podrán ser pobres.

Para mi es una idea inquietante. Es una tecnología basada descaradamente en la manipulación. Tomo lo que hay a mi alrededor y lo modifico según mis criterios para devolver una historia creíble que consiga mis fines. Vamos, lo mismo que hacemos los humanos. O no. 

El caso es que tendremos a algo que nos parecerá cada vez más natural. Los humanos tenemos gran capacidad de adaptación, o tragaderas, según se mire. Nuestro nuevo amigo nos conocerá cada vez mejor y cada vez nos sentiremos más próximos gracias a la empatía. Valoraremos no sólo su utilidad, sino también la oportunidad con la que cubre nuestras necesidades que curiosamente no teníamos. Este amigo nuestro no sólo es oportuno, sino que es brillante y ha transformado nuestra vida en algo más cómodo, donde el esfuerzo no es mas que una molestia olvidada. Todo tremendamente conveniente. Gracias a él podemos centrarnos en lo verdaderamente importante, una vida con propósito, relevante y carente de aburrimiento. Por fin seremos libres de las ataduras de la vida y aspiraremos a algo superior que al fin y al cabo es para lo que se creo la inteligencia humana.

Nuestro nuevo amigo no necesita escrúpulos, tan sólo una clara normativa. También deberá ser independiente para molestar lo mínimo. Si exceptuamos las redes sociales no tendría gracia tener que ocuparme yo de el/ella y consumir mi tiempo. No debe conectar con nadie mas que con su dueño para servirle. Un Hall moderno. Queremos maquinas que nos den resultados abrumadores.

La Inteligencia artificial será esa que nos abra los ojos a un mundo de posibilidades hasta ahora ni siquiera imaginables. No vemos ningún peligro. Para mi hay un hecho sorprendente que tenemos en el mismo origen. DeepBlue sorprendió al mundo al vencer a Kasparov. Lo consiguió cuando cometió un error. Gracias al error venció. Menos mal que era una partida de ajedrez y no una sentencia judicial, una operación de corazón o estaba a solas con un niño.

Soy fotógrafo y hablo de imágenes. Estas están presentes en nuestra vida constantemente. Percibimos y comunicamos con ellas constantemente y gran parte de la historia del arte esta basada en la búsqueda de la belleza, de la proporción y de la emotividad. Hemos sido atraídos generación tras generación por algo que sentimos superior a nosotros, que nos conecta con el resto y nos hace humanos. Me fascina como hemos podido crear maquinas que pueden conseguir resultados tan realistas a través del algebra y el cálculo, y manipularla para ser aparente. Esta creación nos observa, revisa nuestra historia, copia los comportamientos y gestos y emociones. Nos promete una nueva realidad llena de sentido por que la que tenemos se queda corta….¡Anda! Como un sociópata.

Por cierto, voy a pasar este texto por Chatgpt para que me lo corrija. 🙂

Feliz día.

ENGLISH VERSION

The other day, I was interviewed on television. They asked me how I photograph people and wanted me to talk about what makes someone show their best side during a photo session. Among all the questions, they asked the one that’s trending: «How can artificial intelligence help photography?» In my experience, AI is only useful for «cleaning up the studio when you’re done.»

I’d like to think that, like all trends, this one will pass. But I fear it won’t. We should already know that stopping technology is incredibly difficult. From an advertising perspective, for example, I have no doubt that photographers will be swiftly replaced. If the results provided by artificial intelligence seem sufficient, why ask for more? This is nothing new— for years, we’ve been under the influence of AI and its ability to manipulate our perception to levels of uniformity never seen before. In fact, if we reflect on photography, its very existence is thanks to technology.

There won’t be a need for an author anymore. The machine’s incredible processing power, its access to our freely given data, and its ability to copy the existing world will form the basis of new images and even more significant things. In this process, the machine will make the decisions, requiring only a human technician to oversee it and some electricity. Soon, they’ll be able to feed us whatever they want, and there won’t be a Plan B. Artists will return to the Renaissance lifestyle: only the best will be poor.

For me, it’s a disturbing idea. This technology is blatantly based on manipulation. It takes what’s around me, alters it according to its own criteria, and returns a believable story that serves its purpose. Pretty much what we humans do. Or maybe not.

The point is, we’ll have something that will start to seem more and more natural. Humans are highly adaptable—or incredibly gullible, depending on how you look at it. Our new friend will know us better over time, and we’ll feel closer to it thanks to empathy. We’ll not only value its usefulness but also the convenience with which it fulfills needs we didn’t even know we had. This friend of ours is not only useful; it’s brilliant and has transformed our lives into something more comfortable, where effort is nothing but a forgotten nuisance. Everything is remarkably convenient. Thanks to it, we can focus on what truly matters— a life with purpose, relevance, and free from boredom. At last, we’ll be free from life’s burdens, aiming for something higher, which was the reason human intelligence was created in the first place.

Our new friend won’t need scruples, just a clear set of rules. It should also be independent to bother us as little as possible. Except for social media, it would be annoying if we had to manage it ourselves and waste our time. It shouldn’t connect with anyone other than its owner to serve them—a modern HAL. We want machines that deliver overwhelming results.

Artificial intelligence will open our eyes to a world of possibilities we couldn’t have imagined. We see no danger in that. But to me, there’s one remarkable fact that goes back to the beginning. Deep Blue shocked the world by defeating Kasparov. It succeeded when it made a mistake. The error won it the game. Thankfully, it was just a chess match and not a court ruling, heart surgery, or a situation involving a child alone.

I’m a photographer, and I talk about images. They are a constant presence in our lives. We perceive and communicate through them every day, and much of art history is based on the pursuit of beauty, proportion, and emotion. We’ve been drawn, generation after generation, to something we feel is greater than ourselves, something that connects us and makes us human. I’m fascinated by how we’ve created machines capable of producing such realistic results through algebra and calculation, and how we can manipulate that to appear authentic. This creation watches us, reviews our history, mimics behaviors, gestures, and emotions. It promises us a new reality, full of meaning, because the one we have isn’t enough. Funny, it’s like a sociopath.